El papel de los psicobióticos en nuestra salud mental
El término psicobiótico podría entenderse como aquel probiótico o cepa bacteriana que aporta beneficios a nuestra salud mental. Los psicobióticos son una muestra más de la relación existente entre nuestro intestino y nuestro cerebro y de la bidireccionalidad entre ellos en la transmisión de datos y señales.
¿A mejor salud intestinal, mejor salud mental? Pues probablemente… y viceversa… La relación que tienen las cepas bacterianas conocidas como psicobióticas con el sistema nervioso central y con la barrera hematoencefálica (BHE – el guardian de nuestro cerebro) es clave en el abordaje de muchas patologías en la esfera mental, además de otros posibles beneficios que pueden aportar a otros niveles.
Ya desde hace aproximadamente un siglo (si, no es nada nuevo aunque pueda parecerlo…) se han llevado a cabo diversos estudios que llevan a entender los beneficios de los psicobióticos. La mayoría de ellos forman parte de las familias de bacterias más importantes de nuestra microbiota, como los Lactobacillus y los Bifidobacterium.
Algunos de sus efectos principales están relacionados con la generación y gestión de neurotransmisores como el GABA (Ácido Gamma-AminoButírico), el nervio vago y su interacción con la BHE o otras sustancias como las catecolaminas o el cortisol, conocidas «popularmente» como las hormonas del estrés.
¿Cuales son las principales cepas piscobióticas y cuales son sus principales beneficios a ese nivel?
Bifidobacterium longum / infantis: a través del sistema neuroendocrino y el nervio vago reduce ansiedad y niveles de cortisol, así como la depresión gracias a su acción sobre el hipocampo. Aumenta la cantidad de triptófano disponible, precursor de la serotonina.
Lactobacillus rhamnosus: efectivo en ansiedad y depresión por aumentar los niveles de GABA, gracias al nervio vago. Activa el córtex prefrontal. Se ha visto en algún estudio relación con la mejora en el trastorno obsesivo compulsivo (TOC), por ahora en ratones… Disminuye los niveles de corticoides endógenos, mejorando niveles de estrés y produciendo ácidos grasos de cadena corta (SCFA) como el butirato. Precisamente es el butirato el que penetra en la BHE y ejerce la acción antidepresiva.
Lactobacillus reuteri: aumenta los niveles de oxitocina (conocida como la hormona de la felicidad) y mejora la inflamación y reduce el dolor visceral, que en conjunto puede mejorar la ansiedad.
Bifidobacterium breve: mayor incidencia sobre la ansiedad
Bifidobacterium animalis: propicio para otras especies de Bifidobacterium y Lactobacillus, ya que hace que su número aumente. Mayor beneficio en combinación con Lactobacillus bulgaricus, Streptococcus termophilus y Lactobacillus lactis.
Bifidobacterium bifidum: en combinación con Lactobacillus acidophilus, Lactobacillus casei puede ayudar en trastorno depresivo mayor.
Lactobacillus acidophilus: antagonista del Campylobacter jejuni, causante de gastroenteritis y ansiedad, por esta vía actua como solución coadyuvante a esa ansiedad.
Lactobacillus helveticus: posee efectos beneficiosos en ansiedad y depresión mejorando las señales de la serotonina.
Lactobacillus plantarum: tiene un efecto positivo en la memoria reduciendo su pérdida relacionada con la edad.
Lactobacillus casei: potente competidor ante el Clostridium difficile, relacionado con cuadros de ansiedad. Provocan también un aumento de Bifidobacterium
Lactobacillus paracasei
Streptococcus termophilus: proporciona ácido fólico al Lactobacillus helveticus o bulgaricus aumentando sus niveles.
Saccaromyces boulardii
Otros detalles importantes a tener en cuenta en relación a los psicobióticos y los trastornos en el ámbito de la salud mental:
Algunas buenas combinaciones pueden ser las siguientes:
Bifidobacterium Bifidum + Lactobacilus acidophilus + Lactobacillus casei
Bifidobacterium longum + Bifidobacterium breve
Suele haber menos Ruminococcus y Faecalibacterium Prausitzi, con lo que necesitaremos más ALMIDON RESISTENTE, que a la vez aumentará el butirato.
Muchos de ellos podremos encontrarlo en alimentos fermentados como el yogur, kefir, kimchi, chucut…
Por otra parte, la ingesta de polifenoles como en los arándanos puede aumentar psicobióticos como los Bifidobacterium o la ingesta de crucíferas aumenta la eficacia de la acción de los Lactobacillus rhamnosus y el Bifidobacterium longum.
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